lunes, 1 de diciembre de 2014

Frecuencia Not Found.

El otro día leía un artículo del gran publicista Risto Mejide en el cual establecía que una relación amorosa,consta de una serie de frecuencias. Si las cuidas, la cosa prospera. Si es al contrario... ya saben.
No sólo en relaciones amorosas veremos esto. En las mismas relaciones de amistad, entre colegas. Creces, y debes aprender a despedirte, o al menos a acostumbrarte a la lejanía que te guarda con ciertas personas que antes tenías cerca. Vamos quedando pocos, muy pocos. Tal vez, los de verdad.
Algunos se van despegando más de lo que querría, pero será el ciclo de la vida, eso que mi padre ya me avisaba cuando tenía temprana edad: amigos hay muy pocos, sobrándote dedos de una mano. Nos hacemos mayores, intentando frenar todo lo posible esta velocidad a la que marchamos, que es vertiginosa. Pasan días, semanas, momentos y personas. Algunas frecuencias que se cortan, y otras, sin embargo, siguen su curso. 
Pero creo que existe una frecuencia sobre la que circulamos toda la vida, desde que empezamos a tener conciencia. Pero la mía, no me gusta. A partes. A ratos. Siempre me pregunto por qué no habré sido más como el resto. Meterme en su misma frecuencia, la cual veo desde fuera bastante satisfactoria. Dejar de un lado la empatía, preocuparse por uno mismo más que por los demás, y por supuesto, no dar nada por nadie, que después vienen desilusiones. Ya uno termina cansado, disgustado, intentando agarrarse a lo poco que recibe de sus mejores amigos o de la familia. Nunca encuentro el sitio, y cuando parece que sí, desaparece. Se deshace como los sueños al despertar. Lo peor de esto es esa nostalgia, ese "echar de menos" los ratos en los que crees que estás en tu frecuencia, en esa que buscas tanto porque allí encuentras un fin último: la felicidad.
Ahora mismo, uno no está al borde del suicidio ni mucho menos. Simplemente la felicidad del momento actual queda a años luz de la vivida a ratos. ¿Dónde estará esa frecuencia?. Mi frecuencia. Sigo sin encontrarla.